Qué es la Trufa Blanca Y Cómo Usarla en la Cocina
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- Elsie 작성
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Antes utilizaban cerdas porque el olor de las trufas frescas blancas es similar al de la testosterona, pero dejaron de utilizarlas porque en el mejor de los casos lastimaban al hongo al intentar sacarlo, en el peor no soltaban la trufa y se la comían. 12. La trufa blanca es muy sensible al calor y pierde su aroma al cocinarla. Prueba, por ejemplo, a rallar un poco sobre una pasta recién hecha o sobre un arroz caldoso o risotto y comprobarás cómo el plato se impregna, al momento, de intenso aroma. Esta trufa tiene un aroma más suave y, por lo tanto, su precio también es más bajo. En otro tiempo, a pesar de su astucia, Grandet había sido engañado por un israelita que, en medio de la discusión, se aplicaba la mano al oído a guisa de trompeta, bajo pretexto de oír mejor, y chapurraba de tal modo buscando las palabras, que el avaro, víctima de su humanidad, se creyó obligado a sugerir a aquel maligno judío las palabras y las ideas que parecía buscar éste, a acabar él mismo los razonamientos del dicho judío, a hablar como debía hablar el condenado judío y a ser, en fin, el judío y no Grandet.
De este modo pasó el día solemne que debía influir para siempre en la vida de la rica y pobre heredera, cuyo sueño no fue ya en lo sucesivo tan tranquilo y tan puro como lo había sido hasta entonces. El tratamiento para la sarna de este tipo consiste en baños con productos acaricidas, uso de antibióticos (si ya hay infección), y un buen control del entorno para eliminar los huevos que haya en la cama o en las zonas en las que suela estar el perro. Este publicista ha probado que la reprobación con que la sociedad mira a los usureros es una tontería. Carlos no vio sin enternecerse el generoso interés que por él se tornaban su tía y su prima, pues conocía bastante la sociedad de París para saber que en la situación en que se hallaba no hubiese encontrado allí más que corazones indiferentes o fríos. Los asuntos de mi padre no son los míos, y le agradezco a usted, caballero, el interés que se ha tomado, que me resulta completamente inútil. Entonces empezó la escena en que el padre Grandet empleó, mejor que en ningún momento de su vida, la astucia que había adquirido en su trato con los hombres y que le había valido el sobrenombre de perro viejo.
Sobrino mío, está usted apenado; sí, llore, es natural, un padre es un padre. Pero hay que tomar las penas con paciencia; mientras usted llora, yo me ocupo de usted. Se ha portado usted mal con el señor de Lupeaulx. Una hora después, Eugenia entró en el cuarto de su madre para vestirla como acostumbraba; y hecho esto, fueron a ocupar sus asientos delante de la ventana, y esperaron a Grandet con esa ansiedad que hiela el corazón o lo caldea, lo oprime o lo dilata, según los caracteres, cuando se teme una disputa o un castigo, sensación ésta que es, por otra parte, tan natural, que los animales domésticos la experimentan hasta el punto de gritar por el insignificante mal de una corrección, siendo así que se callan cuando se hieren por inadvertencia. Un momento después, los contertulios se despidieron. En el momento en que, llena de miedo se arrebujaba con las sábanas para no oír nada: Eugenia, en camisa y descalza, llegó hasta ella para besarle en la frente.
A eso de las cuatro de la tarde, en el momento en que Eugenia y su madre acababan de poner la mesa para seis personas y en que el dueño de la casa subía con algunas botellas de esos exquisitos vinos que conservan con amor los provincianos, Carlos se presentó en la sala. Mujer, dijo Grandet, dale seis francos a Nanón, y recuérdame que tengo que ir a la bodega a sacar vino bueno. En ausencia de su padre, Eugenia tuvo la dicha de poder ocuparse a sus anchas de su muy amado primo y de prodigarle sin temor los tesoros de su piedad, que es una de las sublimes superioridades de la mujer, la única que ella desea hacer sentir. Mujer, dale cinco francos, dijo a la señora Grandet. No hay duda de que aquí pasa algo extraordinario, dijo la señora Grandet. Vamos, ¿qué le pasa aún? ¿Qué hará mi sobrino? Haga lo que guste, sobrino. Yo iré a darle las buenas noches a mi sobrino por todos, y a ver si quiere tomar algo. Setas comestibles, aunque no son psicodélicas como las trufas mágicas, han surgido como una alternativa notable.
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